Olly, ganador de Sanremo, ha renunciado a representar a Italia en la nueva edición de Eurovisión y Lucio Corsi asumirá el reto en su lugar. Y no nos sorprende. La propuesta artística de Corsi, quien recibió el segundo lugar en la última edición del Festival de Sanremo, resulta más arriesgada y con una identidad bien definida: algo que encaja perfectamente en un escenario tan internacional como el de Eurovisión. En cambio, la canción de Olly, aunque con cierto atractivo comercial, carecía de esa originalidad que se necesitaba.
La 75ª edición de este certamen italiano de la canción, proclamó al joven Federico Olivieri, conocido como Olly, de 23 años, como el nuevo ganador del evento musical más importante de Italia. Con su canción Balorda Nostalgia, Olly logró convencer al público y al jurado, asegurándose así la oportunidad de representar a Italia en la nueva edición de Eurovisión.
Es indiscutible que la victoria del joven Olly, aporta un soplo de aire fresco al panorama musical. Sin embargo, la letra y la melodía de su canción Balorda Nostalgia, se perciben repetitivas y carentes de innovación. Este festival siempre ha ofrecido propuestas musicales similares, así que la elección de una canción romántica y tradicional como ganadora puede interpretarse como una apuesta segura, pero poco arriesgada.

Un cambio que no llega
La música evoluciona constantemente, y eventos tan importantes como Sanremo tienen la responsabilidad de reflejar este cambio. El éxito de temas que no ofrecen nada dinámico y nuevo podría sugerir una desconexión con las tendencias musicales actuales, que buscan fusionar géneros y atraer al público lo más posible.
El hecho de que el premio haya recaído en una canción convencional, sobre un amor que es adictivo y lo suficientemente fuerte como para cambiar tu vida, pone en evidencia la intención de Sanremo de no apostar por la innovación; ya que prefiere refugiarse en la nostalgia y el sentimentalismo fácil. De hecho, el tema de esta canción ha estado presente en muchas otras ediciones a lo largo de la trayectoria de Sanremo.
El festival de este año mostró una clara inclinación hacia valores más familiares y tradicionales. No sorprende, por tanto, que el público haya votado algo que encaja perfectamente en este marco. Más allá de los gustos personales, la música refleja el contexto en el que nace; y en este caso parece haber una conexión entre el espíritu del festival y el clima político del país: muy tradicionalista.